
Desde siempre, el ser humano ha mirado al futuro con una mezcla de esperanza, ansiedad y creatividad desbordada. No se trata solo de curiosidad: es también un espejo que refleja nuestros temores, aspiraciones y el alcance —o las limitaciones— de nuestra tecnología. Imaginar el mañana ha sido una forma de procesar el presente. Cada predicción futurista encierra más sobre su época que sobre el porvenir real: lo que se soñaba para el año 2000 o 2025,...