
Que uno de mis hobbies sean los videojuegos no es un misterio para nadie. A lo largo de los años, ya sea aquí o en otros medios, he ido compartiendo un largo espectro de esta afición; pero hay algo de lo que nunca he hablado, hasta hoy: el primer videojuego doméstico que recuerdo con cariño. Se trata de un juego de 1986, aunque yo lo descubriría años más tarde, que se publicó bajo el amparo de Ocean a un precio aproximado de 8 libras esterlinas...