Que uno de mis hobbies sean los videojuegos no es un misterio para nadie. A lo largo de los años, ya sea aquí o en otros medios, he ido compartiendo un largo espectro de esta afición; pero hay algo de lo que nunca he hablado, hasta hoy: el primer videojuego doméstico que recuerdo con cariño. Se trata de un juego de 1986, aunque yo lo descubriría años más tarde, que se publicó bajo el amparo de Ocean a un precio aproximado de 8 libras esterlinas (hoy vendría siendo unos 26€) y llevaba el nombre de Batman.
La historia del juego no tiene mucha miga. Enigma se ha apoderado del Batcraft y nosotros, en la piel de Batman, iremos recorriendo las pantallas intentando evitar que nos maten mientras recuperamos nuestras posesiones robadas. Nuestra habilidad y astucia será casi nuestra única herramienta pues a lo largo de toda la aventura no dispondremos de arma alguna para enfrentarnos a los enemigos, aunque si podremos encontrarnos con algún utensilio que nos ayudarán a completar nuestra misión y, finalmente, acabar el juego.
Para los estándares de cuando salió era un juego largo pues cada pantalla, de un total de 150, lo convertía en un reto gracias a su dificultad irregular y movimientos ajustados. De esta forma podría llevarnos horas avanzar pero esto no restaba falta de interés por intentar ayudar a nuestro Batman a llevar a cabo su aventura.
En definitiva, toda una joya de Ocean que pronto se vería eclipsada por la calidad de juegos venideros, pero no por ello se olvida y sigue siendo recordado con mucho cariño por muchos.