Una respuesta rápida de cómo consigue una piedra rebotar varias veces encima del agua sería contestando: "a pesar de que podría pensarse que la velocidad de la piedra y su forma son importantes, el ángulo de tiro es el factor más importante para que se produzca este fenómeno." Es decir, es el movimiento y ángulo -con respecto al agua- que nosotros le demos a la piedra (u objeto) lo que lo diferencia de mantenerse encima del agua o hundirse como una piedra más.
Todos hemos intentado alguna vez lanzar una piedra al agua para intentar que esta saltase varias veces hasta llegar a hundirse por lo que sabemos de antemano que no cualquier piedra nos vale sino que ha de reunir, en principio, unas condiciones físicas especiales. No basta que la piedra tenga forma plana sino que además debe de ser lanzada de forma de que la parte plana de esta quede lo más paralela posible a la superficie del agua.
Este fenómeno se llama cabrillas y ha sido practicado desde tiempos de la Antigua Grecia, pues Homero escribió sobre él; pero también ha sido estudiado varias veces a lo largo de la historia para darle distintos usos más prácticos distintos al lúdico.

El estudio de Wallis llegó a la conclusión de que las bombas tenían que primero impactar en el agua como si fuesen piedras girando sobre su propio eje hasta llegar a su objetivo. La explicación de porque una bomba tenía que girar es idéntica a la razón por la que los cañones de un fusil están rayados con líneas espirales que hacen girar a la bala: al girar, el movimiento se estabiliza. y va siempre en la misma dirección.
También en la actualidad se ha investigado el porqué del rebote de las piedras, por ejemplo, con un estudio realizado por Lydéric Bocquet se llegó a la conclusión de que el lanzamiento más óptimo para conseguir los mejores resultados serían lanzando el objeto de forma que la parte plana quedase casi paralela a la superficie del agua (unos 20 grados a altura del lanzamiento con respecto al horizonte) donde el punto de partida no debe estar mucho más alto que la superficie del agua, a una velocidad de partida de 12 metros por segundo y 14 revoluciones por segundo sobre su mismo eje. Si a su vez conseguimos que el agua esté tranquila y exista algo de viento lateral conseguiremos los mejores resultados. De esta forma este físico francés consiguió 38 saltos. Aunque te parezcan muchos está lejos del record 'oficial' considerado por los Guinness World Records dado a Russell Byars en el año 2007 el cual se establece en 51 saltos (una distancia de unos 80 metros).
¿Crees que serías capaz de superarlo?
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