Para celebrar las 400 entradas del blog e inicio de www.carrodeguas.com allá por el año 2006 que mejor que compartir algo curioso pero inútil. Quién no se ha grabado de pequeño y se ha horrorizado escuchando al escuchar su timbre de voz. Distintas preguntas vienen a nuestra cabeza: "¿Así de mal suena mi voz?, ¿Ese soy yo?". Nos sentimos así porque la voz que escuchamos en esos altavoces no es la que escuchamos nosotros cuando hablamos y esto tiene una sencilla explicación. El sonido que llega a nuestros oídos cuando hablamos es la suma de las ondas sonoras que emitimos a través de nuestras cuerdas vocales, saliendo por nuestra boca, más el que se genera dentro de nuestra caja torácica. Es decir, oímos dos voces, una exterior (la que escucha la gente que nos rodea) y la que sale de “nuestro interior”.
Así que la voz que oímos al hablar es una combinación de estas dos percepciones de sonido. Pero al oírnos a través de una grabación, entonces se elimina la conducción ósea y sólo oímos el sonido transmitido por el aire (es decir, nos oímos tal y como los demás nos oyen).
Por esta razón, sobre todo los hombres, cuando nos escuchamos la voz nos parece mucho más femenina, mucho más aguda, porque falta el “subwoofer” del interior de nuestro cuerpo. Podemos experimentar este efecto si utilizamos tapones para los oídos, entonces oiremos las vibraciones sólo conducidas por los huesos y nuestra estructura interna.
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