En un principio, las sirenas no tenían cola de pez, sino cabeza de mujer (eran seres femeninos, como las esfinges o las górgonas. Como eran inmortales, no precisaban reproducirse) y cuerpo de águila. Fueron las leyendas nórdicas las que las dotaron de la apariencia que conocemos hoy y les dieron compañeros masculinos, los tritones.
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