Muchas veces es impresionante como nos dejamos llevar por la música, como una composición puede transportarnos a otro lugar mágico gracias a su melodía. De hecho las grandes piezas clásicas musicales llevan siglos haciéndolo... Al escucharlas las hacemos nuestras, son traducciones musicales de nuestras propias experiencias evocándonos recuerdos, sensaciones y emociones.
Las grandes composiciones, como en este caso Claro de Luna -Sonata para piano n.º 14 compuesta en 1801- de Beethoven están rodeadas de muchas leyendas, misticismo e historias en su creación y composición que, con el paso de los años, han sido aderezadas para aumentar posiblemente aun más esa aura mágica que rodeó su concepción.
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Por ello terminó aislándose de las demás personas ganándose así la fama de misántropo y cayó en una depresión. Cuando creía que ya no tenía más fuerzas para vivir -escribiendo incluso un testamento con nota de suicidio- conoció a una joven chica ciega que vivía en la misma modesta pensión donde Beethoven se hospedaba en ese momento. Tras intercambiar unas palabras con la joven unas palabras en su conversación con ella llegaron hasta lo mas hondo de su alma 'Yo daría todo por ver y experimentar una noche de Luna como tu puedes y mi ceguera no me lo permite'. En las siguientes noches, de Luna llena, estas sencillas palabras hicieron reflexionar a Beethoven dejando a un lado sus pocas ganas de vivir mientras observaba el cielo plateado recordando a la joven. Tomó entonces la decisión de plasmar -hasta el punto de obsesionarse- y traducir la belleza de una bonita noche de luna en una canción. Una canción que imita los lentos pasos de las personas llevando un cajón mortuorio del principe alemán preguntándose el porque de la muerte de un mecenas tan querido donde las tres notas que se repiten insistentemente en el tema principal movimiento de la Sonata (según se especula) son las sílabas de la palabra "Porqué" en alemán. De esta forma, usando su sensibilidad, Beethoven retrató, a través de la melodía, la belleza de una noche bañada por la claridad de la luna para alguien que no podía verla.

Son interesantes leyendas, pero falsas. Beethoven nunca le dio ese nombre a su obra: el nombre es "Sonata Quasi una Fantasia". La bautizaron "Claro de Luna" después de que un crítico llamado Ludwig Rellstab lo comparó con un claro de luna que vio en el lago Lucerne cuando Beethoven ya había muerto. Así pues ambas leyendas de la joven ciega y su joven pupila no pueden ser ciertas.
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