Cuando ya llevamos más de un año relativamente encerrados a causa de la pandemia, las autoridades de los diferentes lugares del mundo buscan nuevas formas de mantener a sus habitantes en casa. En Kepuh, Java occidental de Indonesia, dedicieron aprovechar una antigua superstición para así disuadir a sus habitantes de salir a la calle durante las noches. Recurrieron a la leyenda del Pocong -también conocido como fantasma envuelto- del folclore indonesio. Según esta creencia popular el alma de una persona muerta permanece en la Tierra unos 46 días después de la muerte y, durante este tiempo, el alma está atrapada en su mortaja (tela blanca que cubre todo el cuerpo; atada sobre la cabeza, debajo de los pies y en el cuello). Si los lazos sobre la cubierta no se liberan en este tiempo el cuerpo salta de la tumba para advertir a las personas que el alma necesita ser liberada.
Son estas apariciones las que vagan los caminos de Kepuh gracias a voluntarios atraviados con disfraces de fantasmas amortajados quienes salen por las noches, a modo de efecto disuasorio, para que los vecinos más rebeldes no rompiesen la cuarentena. La táctica de los fantasmas de Kepuh parece que daba sus fruto al principio de la iniciativa pues los habitantes huían despavoridos cuando se cruzan con los falsos espectros. Debajo dejo un vídeo del periódico 'El País' publicado en Youtube que publicaba la noticia en su momento y recogía 'verídicos' encuentros con los vecinos. Las reacciones no tienen desperdicio...
Con el tiempo este método dejó de ser efectivo pues con el paso de las semanas terminaron organizándose patrullas nocturnas en busca de estos falsos espectros conviertiéndolo, sin querer, en una especie de atracción turístico improvisado y, como es lógico, perdiendo su efectividad inicial. Si aquí hiciesen lo mismo con la Santa Compaña (leyenda popular de Galicia y el noroeste de la península ibérica, sobre una procesión de almas errantes) seguramente que más de uno se pensaba si salir de casa o quedarse en ella.
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