
La semana pasada arrancaba junio y, como suele pasar cada cierto tiempo, llegaba nuevo hardware al trabajo. Entre todo el lote venían varios portátiles sin sistema operativo, como es habitual en equipos de ciertas gamas profesionales. Algunos los dejamos con distros ligeras de Linux, pero en otros casos, por pura comodidad de los usuarios (y para no dar más explicaciones de la cuenta), optamos por instalar la última versión de Windows 11. Hasta aquí,...