El punto de inflexión fue, sin duda, la entrada de principios de mes: “Prestado, pero con condiciones”. Una reflexión que partía de una experiencia cada vez más común: la de ver cómo aquello que compramos con ilusión (en formato físico o digital) puede desaparecer de un día para otro. Hubo un tiempo en que comprar un juego era sencillo: lo encontrabas en la tienda, lo metías en la consola, y a jugar. Sin licencias, sin servidores, sin parches. Estaba ahí, completo. Y si lo cuidabas, sabías que podrías volver a él en 10, 20 o 30 años. Pero la industria cambió. Llegó el "descárgalo todo", y luego el "lo tienes, pero solo si el servidor sigue en pie". Casos como el de The Crew, que dejó de funcionar para siempre cuando Ubisoft cerró sus servidores en marzo de 2024, son prueba de ello. Aunque tuvieras el disco. Aunque lo hubieras comprado legalmente. Aunque lo conservaras bien. Simplemente, dejó de existir. Y eso ya no es una anécdota: es un síntoma. El síntoma de que compramos cada vez menos juegos y más permisos temporales de uso. Que lo físico se está convirtiendo en decorado. Que lo digital, mal gestionado, es humo.
En paralelo a esa entrada, otros temas han ido reforzando este giro hacia textos más densos, más elaborados y, sí, más opinativos. Por ejemplo, en “El precio de la nostalgia: ¿jugamos o acumulamos?”, analizábamos cómo el fenómeno del retrogaming ha pasado de ser una pasión modesta a convertirse en un mercado voraz. Ya no se trata solo de jugar a lo que nos marcó. Ahora también es una carrera por poseer, por acumular, por no quedarse fuera. El FOMO ha llegado al coleccionismo retro, y con él, los precios disparatados, los revendedores, las subastas y ese impulso de comprar por miedo antes que por deseo. Lo más inquietante es que muchas veces ni siquiera jugamos lo que compramos. Lo guardamos. Lo sellamos. Lo apilamos. Y eso plantea una pregunta incómoda: ¿Estamos preservando la memoria… o participando de una burbuja emocional con etiqueta de coleccionismo?
Pero no todo son quejas o miradas críticas. También hay espacio para análisis detallados como el de Mario Kart World, lanzado hace apenas unos días, que diseccioné no solo desde lo jugable, sino también desde lo que representa como símbolo del Nintendo actual: una compañía que, por primera vez, parece haber optado por la vía más segura, sin arriesgar con su nueva consola (Switch 2), pero manteniendo una base sólida.
Y ya que hablamos de Nintendo, no podemos dejar de lado el creciente protagonismo de los Game Key Cards y las infames Code in a Box. Cada vez más juegos vendidos “en físico” no son otra cosa que envoltorios vacíos o permisos de descarga. No hay manuales, no hay cartuchos, no hay seguridad de nada. Lo físico como souvenir, como promesa embotellada. Como un gesto amable… pero vacío.
En lo que queda de mes, el contenido seguirá ampliándose, diversificándose y, espero, sorprendiendo. Os dejo aquí un adelanto de lo que podréis leer muy pronto:
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Un repaso detallado por las mejores leyendas españolas, seleccionando diez que me parecen especialmente fascinantes por su trasfondo, rareza o impacto cultural.
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Una reflexión personal sobre qué significa “retro” hoy: ¿Es solo una cuestión de años o hay algo más? ¿Puede un juego de hace 15 años ser retro? ¿Y uno que imita la estética de los 90?
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Varios tutoriales prácticos.
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Un análisis profundo de una de las consolas con peor suerte de la historia: Apple Pippin, un experimento fallido que quizás llegó demasiado pronto… o que simplemente no sabía a quién iba dirigido.
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Y, por supuesto, llegaremos hasta la entrada número 50 de la serie 101 juegos esenciales, que estará dedicada a Super Mario Bros., siendo probablemente sea la entrega más larga y detallada hasta ahora. Un texto que no solo repasará su historia y mecánicas, sino que buscará explicar por qué, aún hoy, sigue siendo tan relevante.
Este blog, como muchos de los que seguís y leéis con cariño, nació para hablar de videojuegos. Pero hablar de videojuegos es también hablar de tecnología, de cultura, de propiedad, de memoria, de emociones. Y a veces, de política. De lo que se apaga y de lo que se conserva. De lo que olvidamos y de lo que vale la pena recordar.
No se trata solo de jugar. Se trata de saber por qué jugamos, cómo lo hacemos, y qué quedará de todo esto dentro de 10 o 20 años. Por eso, aunque el rumbo del blog se esté afinando hacia textos más largos, más reflexivos y más personales, el objetivo es el mismo desde el primer día. Así que si te interesa todo esto (juegos, historia, mercado, cultura, hardware perdido, leyendas, IA y más), aquí tienes tu sitio. Y si te has leído todo esto hasta el final… gracias. Porque eso ya dice mucho.
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