martes, 5 de agosto de 2025

Juego 057: Dr. Mario para NES (1990)

Hay algo hipnótico en ver cómo, pieza a pieza, los virus del frasquito van desapareciendo al ritmo de una melodía pegadiza, mientras un Mario doctor (bata blanca y espejo frontal impoluto) lanza cápsulas con una seriedad más propia de un quirófano que de un juego naciente. El 27 de julio de 1990, Nintendo convertía un fenómeno en costumbre: si Tetris había colonizado la mente de millones, ¿por qué no aprovechar esa fiebre de puzles para dar un giro propio? Así nacía Dr. Mario, el spin-off inesperado de la NES y la Game Boy que cumple ahora 35 años, pero cuya esencia sigue intacta: tres colores de virus, seis combinaciones posibles de cápsulas, dieciséis filas de tensión acumulativa y la promesa de que, a diferencia de la vida real, aquí el remedio siempre llega justo a tiempo... si es que el pulso no te tiembla.

No fue casualidad: a finales de los 80, Nintendo buscaba el siguiente “hit cerebral” tras el éxito arrollador de Tetris. Encargaron el proyecto a un dream team interno: Gunpei Yokoi (padre de la Game Boy) lideró la producción, con Takahiro Harada en el diseño y un Hirokazu Tanaka que, solo con el tema “Fever”, compuso una de las melodías más reconocibles del universo Nintendo. Dr. Mario heredaba la jugabilidad del género falling block puzzle, pero cambiaba bloques y tetrominós por cápsulas bicolor, retando al jugador a erradicar virus alineando colores en una batalla microscópica donde el error no era perder puntos sino propagar la infección hasta tapar el cuello de la botella.

Pese a su aire sencillo y su curva de dificultad rapidísima, el juego destilaba adicción. Incorporó desde el principio un modo enfrentamiento para dos jugadores que, con cada combo, llenaba de cápsulas el frasco rival en un proto-multijugador que ya anticipaba la filosofía “haz perder al otro para ganar tú”. La competencia se volvía tan feroz y frenética como el más enrevesado de los laberintos de Pac-Man, y convirtió a Dr. Mario en un invitado fijo en fiestas y reuniones pues, no en vano, se estima que sumando todas sus versiones, el juego superó los 10 millones de copias vendidas, un auténtico hito para un spin-off nacido a la sombra de Mario.

La fiebre Dr. Mario se extendió rápido: ese mismo año saltó de la NES a la Game Boy (adaptando su paleta a sus tonos verdes característicos), luego a los salones recreativos bajo el nombre Vs. Dr. Mario, y más tarde a SNES en un memorable pack junto a Tetris, demostrando que no era solo una moda pasajera. Con los años la receta se perfeccionó con nuevas ediciones, modos online, variantes como Dr. Luigi o incluso asaltos al móvil, pero el corazón del juego (esa delirante cirugía entre bloques y colores, ese ritmo de laboratorio imposible) sigue intacto.


Lo verdaderamente fascinante fue cómo Dr. Mario consiguió darle una vuelta al fenómeno Tetris; donde el ruso proponía geometría abstracta y angustia, Nintendo apostó por el humor y el color, por la personificación (esos virus con ojos saltones dándose el piro mientras Mario observa desde su rincón) y por una narrativa mínima: aquí no solo encajas piezas, salvas el mundo… de un catarro digital. Y en esa misión, la música (con sus dos temas, “Fever” y “Chill”) terminó por grabarse a fuego en el ADN nintendero, reversionada hasta la saciedad en Smash Bros. y celebrada en bandas sonoras orquestales.

Curiosidades:

  • El juego originalmente iba a llamarse “Virus”, como consta en prototipos filtrados durante los años 2000, y solo en fases muy avanzadas apareció la decisión de que el protagonista sería Mario.

  • La japonesa Nintendo distribuyó oficialmente cajas de pastillas con el logo “Dr. Mario” como material promocional en 1990, que hoy cotizan precios astronómicos en subastas.

  • Si superabas el nivel 20, el contador seguía subiendo hasta 99, pero el número de virus nunca pasaba de 84: una limitación técnica disfrazada de dificultad progresiva.

  • En la versión de Game Boy, los virus cambian de actitud e incluso parecen “bailar” con el ritmo de la música si el jugador permanece unos segundos sin mover las piezas.

  • Dr. Mario fue reeditado y emulado oficialmente en todas las consolas de sobremesa de Nintendo, desde Super Nintendo y GameCube hasta Switch: pocos títulos pueden presumir de tal vigencia.

Hoy, 35 años despuésDr. Mario conserva la frescura de un remedio infalible y la potencia adictiva de una fórmula que no ha necesitado ambición triple A para mantenerse vigente: basta una premisa simple, tres colores y una melodía capaz de instalarse para siempre en el córtex. Quizá por eso seguimos volviendo al frasquito, una cápsula tras otra, en busca de la partida perfecta… o, al menos, de una cura a la nostalgia de tantos veranos frente al televisor.. Dr. Mario, con humildad de spin-off y la perseverancia de un auténtico clásico, sigue probando que a veces el mejor remedio es tan simple como alinear cuatro colores y dejarse llevar por la melodía del doctor más carismático del videojuego.