viernes, 1 de agosto de 2025

Netflix mete anuncios y encima dice que hace un favor

Después de más de diez años suscrito a Netflix (desde que aterrizó en España en 2015) he recibido el típico correo de marketing disfrazado de buenas noticias. El titular: “Con tu nuevo plan mensual, te ahorrarás un 30 %”. La realidad: me eliminan el plan que tenía este próximo octubre y me cambian por la cara a uno con anuncios. Ese plan “Básico sin anuncios” que llevaba años pagando ha desaparecido sin mucha ceremonia. Y no soy el único: Netflix lleva meses quitándolo de forma silenciosa hasta que ya no queda otra que pasarte al plan Estándar con anuncios por 6,99 € al mes. ¿Lo llaman ahorro? Yo lo llamo recorte.

¿De verdad me estás haciendo un favor, Netflix? El mensaje es claro: “mejor calidad, más dispositivos, solo unos breves anuncios y encima más barato”. Pero lo que no dicen es que me están quitando un servicio que ya tenía y me están metiendo anuncios sin que yo lo haya pedido. Sí, ahora el streaming es en Full HD (wow, enhorabuena por descubrir el 2010; pero no me importaba la menor calidad pues mi tele principal hace un buen reescalado) y se puede ver en dos dispositivos. Pero eso ya lo podía hacer en otros planes, si quería pagar más. Lo que yo quiero (y por lo que llevaba pagando años) es una cosa sencilla: ver una serie sin interrupciones. Y eso, a partir de octubre, ya no lo tendré si no paso por caja pagando más.

Lo que más molesta no es solo el cambio en sí, sino la forma en la que lo hacen. Sin consulta, sin opción de mantener el plan que tenía (aunque estuviese anticuado), sin siquiera un botón para decir “no, gracias”. Si quiero seguir viendo Netflix como antes, tengo que pagar el doble. Si no, me trago anuncios. Esa es la libertad de elección que me ofrecen: tragar o pagar. Lo llaman evolución, yo lo llamo empujón.

Queda la sensación de que ya no les importa tanto el usuario que lleva una década pagando. Que les interesa más el perfil publicitario que pueden vender que la fidelidad de quien estuvo ahí desde el principio. Si quieres la experiencia Netflix de antes, la vas a tener que pagar. Porque lo que antes era lo normal, ahora es “premium”.

Puede que lo peor no sea el precio ni los anuncios, sino esa sensación de que te están cambiando las reglas del juego a mitad de la partida y encima esperan que les des las gracias. Yo, desde luego, no voy a dárselas.