domingo, 16 de febrero de 2025

Juego 014: Scud Race para Arcade (1996)

Recuerdo con nostalgia las tardes en las salas recreativas donde un amigo y yo nos enfrascábamos en intensas carreras de Scud Race. Este juego de Sega, lanzado en diciembre de 1996, se convirtió en una parada obligatoria en cada salón arcade donde estaba. Era una época en que la generación 3D consolidaba su impacto y aunque las salas recreativas comenzaban su inevitable declive por la popularidad de las consolas domésticas, Scud Race brillaba como un faro en los salones que resistían al tiempo. Cada visita se transformaba en el gasto de al menos un par de créditos, con partidas frenéticas que duraban entre dos y cinco minutos, dependiendo de si el local cobraba 50 céntimos o un euro por partida. La brevedad de las carreras, lejos de ser una limitación, intensificaba la experiencia: la adrenalina y la emoción se concentraban en esos breves pero intensos momentos de competición. Durante años, cada vez que encontrábamos una cabina de Scud Race, era imposible resistir la tentación de revivir aquellos "piques" legendarios, aunque solo fuera por una partida más, por los viejos tiempos.

Desarrollado por Sega AM2 bajo la dirección de Toshihiro Nagoshi, el mismo creador del legendario Daytona USA, Scud Race (conocido como Sega Super GT en Norteamérica) demostró el potencial de la placa Model 3 Step 1.5. Las especificaciones técnicas eran impresionantes para su época:

  • La CPU PowerPC 603e a 100 MHz proporcionaba el cerebro del sistema.

  • El procesamiento gráfico alcanzaba 1,000,100 polígonos por segundo mediante dos chips Real3D/PRO-1000.

  • Implementaba características avanzadas como anti-aliasing de 4 muestras, iluminación dinámica y texturas filtradas.

  • Mantenía 60 FPS estables incluso en modo multijugador de 8 participantes.

A diferencia de títulos anteriores de Sega, Scud Race incorporó vehículos GT con licencias oficiales, incluyendo Porsche 911 GT2, Dodge Viper GTS-R, Ferrari F40 GTE y el McLaren F1 GTR. Cada modelo superaba los 10,000 polígonos, estableciendo un nuevo estándar en la representación visual de vehículos en videojuegos. La jugabilidad heredó la filosofía arcade de Daytona USA, pero la refinó con un innovador sistema de drift que permitía mantener la velocidad durante los derrapes, revolucionando la manera de tomar las curvas en los juegos de carreras. Y aunque Scud Race nunca llegó a las consolas domésticas, su influencia perduró. Se desarrolló una versión de demostración para Dreamcast en 1998 que, aunque finalmente cancelada, mostraba el potencial del juego en sistemas domésticos. Años después, los circuitos de Scud Race aparecieron como contenido desbloqueable en OutRun 2 para Xbox, permitiendo a una nueva generación experimentar parte de su magia.

Curiosidades:

  • Durante su desarrollo, hubo experimentos internos en Sega para integrar "Scud Race" con un sistema de realidad virtual muy básico, utilizando gafas VR de la época. Aunque nunca se implementó en las versiones comerciales, estas pruebas fueron uno de los primeros intentos de Sega en la VR aplicada a los juegos de carreras arcade.

  • Durante su fase de desarrollo, "Scud Race" fue conocido internamente como "Supercar". Este nombre se utilizó en documentos y discusiones internas hasta que se decidió el nombre final del juego.

  • En Japón, "Scud Race Plus" introdujo un circuito único llamado "Super Beginner", donde se podían conducir vehículos inusuales como un gato o un tanque.

  • En el código hay referencias a un quinto coche que iba a ser un Toyota GT-One, pero fue descartado en etapas tempranas del desarrollo.

  • El sonido del motor del Porsche 911 GT2 en el juego no es una grabación del coche real - es una mezcla del sonido de un Toyota Supra modificado y efectos sintéticos.

Scud Race representa la cumbre de una era dorada para Sega, donde la excelencia técnica se fusionaba perfectamente con una jugabilidad adictiva. En cada salón recreativo que resistía al tiempo, su cabina permanecía como testigo de aquella época, invitando a los jugadores a gastar sus créditos en una experiencia que combinaba adrenalina y precisión. El modo multijugador creó momentos inolvidables de competencia amistosa, llenos de emoción y rivalidad sana. Y aunque a día de hoy mi amigo ya no está, cada vez que veo una cabina de Scud Race, revivo aquellos nostálgicos momentos y echo una moneda para transportarme nuevamente a esa feliz época.

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