Si en la última entrada hablábamos de un arcade relativamente moderno, ahora viajemos a los años 80 con un
clásico absoluto de Sega:
OutRun. Este juego, desarrollado por
Sega-AM2 bajo la dirección del legendario
Yu Suzuki, fue lanzado en 1986 y rápidamente se convirtió en un
fenómeno mundial. Aunque nació como un título para máquinas recreativas, su éxito fue tan grande que fue adaptado a prácticamente todas las plataformas de la época:
Sega Master System,
Mega Drive,
Game Gear,
Commodore 64,
Amiga,
ZX Spectrum,
Atari ST,
MSX2, y más. Incluso años después se trasladó a consolas más modernas como la actual
Nintendo Switch. OutRun no solo era un juego;
era una experiencia que definió una generación.



Mi primer encuentro con OutRun fue durante mi infancia en
Cambridge, Reino Unido. En las fiestas de la ciudad solían montar pequeños salones recreativos temporales y fue allí donde descubrí este juego por primera vez. Lo jugué en su versión más premium: una
cabina hidráulica que se movía según tus giros y frenadas, equipada con altavoces traseros que hacían vibrar todo el asiento mientras sonaba esa inolvidable
banda sonora. Subirme a esa máquina era como entrar en un
Ferrari Testarossa real; la pantalla enorme de 25 pulgadas y los movimientos de la cabina me hacían sentir completamente inmerso en esa carretera infinita llena de paisajes vibrantes. Era algo mágico para un niño pequeño porque no solo jugabas,
vivías el juego. A lo largo de los años, fui encontrando esta máquina en lugares inesperados, y siempre que tenía la oportunidad (y mis padres me dejaban) dedicaba unos minutos a revivir esa experiencia única. Había algo irresistible en el
rugido del motor digital y esas rutas ramificadas que prometían aventura. Muchos años después, ya de vacaciones en
Ortigueira, volví a encontrarme con OutRun por última vez. Esta vez no era la versión lujosa, sino una máquina más básica en un pequeño salón recreativo. A pesar de su simplicidad y del paso del tiempo, seguía siendo una experiencia increíble; aunque los gráficos ya no eran tan impresionantes como los recordaba y el desgaste de la máquina era evidente,
la esencia del juego seguía intacta.

Inspirado por un viaje real que
Yu Suzuki realizó por Europa, la magia de OutRun radicaba en su simplicidad y elegancia. El objetivo era claro: conducir contra el reloj a través de cinco etapas mientras esquivabas el tráfico; pero lo que lo hacía especial eran sus gráficos revolucionarios para la época. Utilizando la tecnología
"Super Scaler", el juego creaba una ilusión convincente de velocidad y profundidad mediante sprites escalados. Esto permitía que los paisajes—que incluían playas soleadas, montañas nevadas y desiertos abrasadores—cobraran vida mientras avanzabas por rutas ramificadas que ofrecían quince posibles caminos únicos. Cada partida era diferente dependiendo de las decisiones que tomaras en los cruces. Otro elemento inolvidable era su música. Compuesta por
Hiroshi Kawaguchi, podías elegir entre tres temas al inicio del juego: "
Magical Sound Shower", "
Passing Breeze" y "
Splash Wave". Estas melodías no solo eran pegadizas sino que encapsulaban perfectamente el espíritu veraniego y despreocupado del juego. Tanto me marcó esta música que incluso llegué a tenerla (en sus versiones más actuales) para escucharla en mi coche muchos años después.
Curiosidades:
La programación del juego permitía que los árboles se renderizaran a 60 FPS mientras que los coches que nos íbamos encontrando iban a 30 FPS, optimizando recursos. Además, las nubes del juego usan solo dos frames de animación para ahorrar memoria, pero el efecto es tan sutil que casi nadie lo nota.
Yu Suzuki realizó un viaje por Europa en un BMW 520 alquilado para inspirarse en los escenarios del juego. Recorrió lugares como Mónaco, Milán, Roma, Florencia y los Alpes suizos, lo que influyó directamente en los paisajes variados y coloridos que aparecen en OutRun. De hecho, fue en Mónaco donde vio por primera vez un Ferrari Testarossa y decidió que sería el coche perfecto para el juego.
El gabinete deluxe pesaba aproximadamente 363 kg (800 libras) debido a su sistema hidráulico, lo que causaba problemas logísticos en los arcades.
La conversión de OutRun para Commodore 64 fue realizada por Martin Webb, quien tenía solo 17 años cuando comenzó a trabajar en ella.
En OutRun existe un curioso Easter egg que muestra el mensaje oculto "PROGRAM YU SUZUKI 1986 SEP" en pantalla, pero la forma de activarlo varía según la versión del juego:
- En la Revision A, debes mantener presionado el botón de Start justo antes de llegar a cualquier checkpoint, coincidiendo con el momento en que el cielo cambia de color para reflejar la siguiente etapa.
- En la Revision B, necesitas lograr una puntuación alta, ingresar "YU." (incluyendo el punto) como tu nombre y luego mantener presionado Start durante la transición de la etapa 2 a la 3. Curiosamente, este mensaje solo puede mostrarse una vez por partida y se desactiva si vuelves a ingresar "YU." en la tabla de puntuaciones. Este detalle es un guiño directo al creador del juego, Yu Suzuki.
Una de las leyendas urbanas más curiosas de OutRun involucra un supuesto final secreto: si conducías pegado al borde izquierdo en la primera bifurcación, aparecía un camino oculto que llevaba a una ruta nocturna donde tu Ferrari se transformaba en un DeLorean. El mito surgió por la coincidencia temporal con Regreso al Futuro.
A lo largo de los años OutRun evolucionó como franquicia con secuelas y
spin-offs que intentaron mantener vivo su legado. En 1989 llegó
Turbo OutRun, que añadía mejoras gráficas y nuevas mecánicas como el uso de nitro para aumentar la velocidad. Más tarde vinieron títulos como
OutRunners (1993), que introdujo
multijugador competitivo o experimentos curiosos como
OutRun Europa (1991), donde además de coches podías conducir motos o incluso
jet skis. Sin embargo, el verdadero sucesor espiritual llegó en 2003 con
OutRun 2, un título que modernizó la fórmula original con gráficos 3D espectaculares, nuevos vehículos y modos adicionales como "
Heart Attack", donde ganabas puntos impresionando a tu copiloto con maniobras arriesgadas. Pero siempre, en cada uno de ellos, se mantenía el mismo espíritu: no competías contra otros coches; competías contra el tiempo y contra ti mismo, disfrutando del viaje tanto como del destino.
Con el declive de las salas recreativas a finales de los años 90, cada vez fue más difícil encontrar esta icónica máquina pero, aun así, OutRun dejó una huella imborrable en quienes lo jugaron. Hoy sigue siendo recordado como uno de los mejores juegos arcade jamás creados; donde cada partida era una aventura única llena de velocidad, música y paisajes inolvidables.
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