jueves, 13 de marzo de 2025

La cara oculta del Wrestling: Chris Nowinski

Continuando con la anterior entrada, tanto si alguna vez jugaste al WWF WrestleMania Challenge en la NES como si no, seguro que recordarás lo que era ese momento único cuando los luchadores más grandes del mundo cobraban vida en la pantalla: Hulk Hogan, el Último Guerrero... íconos de una época dorada del "Pressing Catch" que tenían pegados a los fans a su televisión cada vez que se subían al cuadrilátero. Pero, detrás de todo ese espectáculo y luces, se esconde una realidad mucho más oscura y la historia de Chris Nowinski es, quizás, uno de los ejemplos más claros de ello. Nowinski, conocido en la WWE como el arrogante y prepotente "Chris Harvard", encajaba perfectamente en ese papel de villano que todos amaban odiar. Ese personaje parecía estar hecho a medida para el mundo del wrestling, donde los héroes y villanos se destacan por su exagerada teatralidad. Pero la vida de Nowinski dio un giro inesperado después de sufrir una conmoción cerebral severa durante un combate, lo que lo obligó a poner fin a su carrera en un abrir y cerrar de ojos.

El momento clave ocurrió en el Royal Rumble de 2003, uno de los eventos más icónicos de la WWE. Nowinski entró al combate como el tercer participante, pero lo que debía ser una noche memorable terminó siendo el principio del fin para su carrera. Durante el enfrentamiento, Edge y Rey Mysterio intentaron ejecutar un doble dropkick coordinado contra él. Sin embargo, el movimiento fue mal sincronizado: mientras Rey impactó primero y empujó a Nowinski hacia atrás, Edge llegó tarde y aterrizó directamente sobre su cabeza. El golpe fue devastador y dejó a Nowinski con una conmoción cerebral que cambiaría su vida para siempre. A pesar del daño evidente, Nowinski continuó luchando durante meses después del incidente. En aquellos días, las conmociones cerebrales no se entendían como ahora; eran vistas como algo menor, un simple "dolor de cabeza" que no justificaba detenerse. Chris siguió participando en combates semanales, ignorando los síntomas cada vez más graves: pérdida de memorianáuseas y un dolor constante que no desaparecía. Incluso llegó a enfrentarse a Maven en junio de 2003 en lo que sería su último combate televisado. Pero tras meses lidiando con el síndrome post-conmoción cerebral y sin señales de mejora, tomó la difícil decisión de retirarse definitivamente del wrestling.

Tras dejar la WWE, Nowinski se dedicó a investigar los efectos de los golpes repetidos en la cabeza y descubrió la encefalopatía traumática crónica (CTE), una enfermedad degenerativa que afecta a deportistas de contacto como boxeadores, jugadores de fútbol americano y luchadores profesionales. Movido por esta revelación, fundó la Concussion Legacy Foundation, una organización dedicada a estudiar esta enfermedad y concienciar sobre los riesgos de los traumatismos craneales. Su trabajo ha sido tan influyente que logró convencer a miles de personas para que donen sus cerebros tras su muerte con fines científicos.

Mientras pienso en todo esto, no puedo evitar reflexionar sobre cómo hemos cambiado nuestra percepción del wrestling desde aquellos días en los que jugábamos a WWF WrestleMania Challenge. En aquel entonces, todo parecía un espectáculo inofensivo: saltos acrobáticos, llaves imposibles y héroes enfrentándose a villanos memorables. Pero detrás de las luces y el espectáculo, había cuerpos reales soportando impactos brutales noche tras noche con lesiones reales. La historia de Chris Nowinski nos recuerda que incluso los héroes (y villanos) necesitan cuidar su salud.

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