Continuando con la anterior entrada, tanto si alguna vez jugaste al WWF WrestleMania Challenge en la NES como si no, seguro que recordarás lo que era ese momento único cuando los luchadores más grandes del mundo cobraban vida en la pantalla: Hulk Hogan, el Último Guerrero... íconos de una época dorada del "Pressing Catch" que tenían pegados a los fans a su televisión cada vez que se subían al cuadrilátero. Pero, detrás de todo ese espectáculo y luces, se esconde una realidad mucho más oscura y la historia de Chris Nowinski es, quizás, uno de los ejemplos más claros de ello. Nowinski, conocido en la WWE como el arrogante y prepotente "Chris Harvard", encajaba perfectamente en ese papel de villano que todos amaban odiar. Ese personaje parecía estar hecho a medida para el mundo del wrestling, donde los héroes y villanos se destacan por su exagerada teatralidad. Pero la vida de Nowinski dio un giro inesperado después de sufrir una conmoción cerebral severa durante un combate, lo que lo obligó a poner fin a su carrera en un abrir y cerrar de ojos.

Tras dejar la WWE, Nowinski se dedicó a investigar los efectos de los golpes repetidos en la cabeza y descubrió la encefalopatía traumática crónica (CTE), una enfermedad degenerativa que afecta a deportistas de contacto como boxeadores, jugadores de fútbol americano y luchadores profesionales. Movido por esta revelación, fundó la Concussion Legacy Foundation, una organización dedicada a estudiar esta enfermedad y concienciar sobre los riesgos de los traumatismos craneales. Su trabajo ha sido tan influyente que logró convencer a miles de personas para que donen sus cerebros tras su muerte con fines científicos.
Mientras pienso en todo esto, no puedo evitar reflexionar sobre cómo hemos cambiado nuestra percepción del wrestling desde aquellos días en los que jugábamos a WWF WrestleMania Challenge. En aquel entonces, todo parecía un espectáculo inofensivo: saltos acrobáticos, llaves imposibles y héroes enfrentándose a villanos memorables. Pero detrás de las luces y el espectáculo, había cuerpos reales soportando impactos brutales noche tras noche con lesiones reales. La historia de Chris Nowinski nos recuerda que incluso los héroes (y villanos) necesitan cuidar su salud.
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